jueves, 24 de abril de 2008

Universidad Central de Venezuela


Corrían los tiempos aquellos de 1721 cuando el rey de España Felipe V decretó la creación de una universidad en Caracas. Años más tarde, un señor llamado Simón Bolívar juntó ideas con uno menos conocido, pero no menos ilustre, llamado José María Vargas y formaron lo que hoy se conoce como la Universidad Central de Venezuela.

Si sacamos la cuenta la UCV tiene nada más y nada menos que 287 años de edad. Cifra que se dice rápido, pero hay que verle la cara a casi 300 años de dedicación a la enseñanza superior.

A lo largo de la historia se ha dicho que es la punta de lanza de las instituciones del país, es decir, la tapa del frasco, la merma. Sin embargo, en la actualidad, con esa frase podríamos herir el ego de más de algún lector; así que me remito sólo a decir que, nada más el nombre de UCV, tiene algo que decirnos.

Por sus pupitres han pasado: José Gregorio Hernández, Andrés Bello, Andrés Eloy Blanco, Miguel Otero Silva, Irene Sáez, Raúl Leoni, Arturo Uslar Pietri, entre muchos otros que se han destacado a nivel nacional y fuera de las fronteras, que me tomaría todo el texto nombrarlos. (Y por supuesto.. yo, modestia incluida).

La universidad es más que una casa de estudio, aquellos que hacemos vida día tras día, aquellos que ya han pasado por ahí, saben que la UCV es especial, es un gran mundo en miniatura, en donde conviven diariamentre deportistas, drogadictos, filósofos, vagos, malandros, ricos, sifrinas, poetas, músicos, pelabolas, escritores, cantantes y hasta donde nuestra imaginación llegue; de hecho, lo interesante es que todos los días veo algo distinto. Ser ucevista es más que estudiar ahí, es un sentimiento, es algo que llevamos con nosotros para donde vayamos, una marca registrada, algo que nos diferencia de todos los demás estudiantes. Soy Ucevista y mi nombre es tal... dicen los egresados, Soy Ucevista y trabajo en.. , Soy Ucevista y estudio en...

La Ciudad Universitaria muchas veces se convierte en nuestra casa. Nuestros compañeros en nuestra familia. Si queremos comer vamos al Comedor, después nos provoca echar una siesta vamos a Plaza Cubierta, queremos estudiar entramos a la Biblioteca Central, hablar paja y otras cosas más, ahí está Tierra de Nadie, para un concierto el Aula Magna, unas birras: la parroquia.

El valor agregado de la UCV es que no sólo nos prepara como arquitectos, abogados, contadores o ingenieros, sino que ahí tenemos la oportunidad de aprender a ser ciudadanos, a desarrollarnos en lo que más nos guste, a crecer, a aprender a ser humano, ser fieles a los ideales, a luchar por lo que se quiere, a tenderle la mano a quien lo necesita, en fin, a ser personas.

En sus espacios se aprenden materias que no entran en ningún pensum del mundo. Claro está, que no todo aquel que estudia ahí es una monedita de oro, pues la universidad no hace al estudiante y durante esos 5 años hay gente que pasa por la UCV.. y la UCV no pasa por ellos.

Digan lo que digan de la universidad, con los mil problemas que tiene, desde el 2000 es Patrimonio Mundial y Cultural de la Humanidad decretado por la UNESCO(ver aquí). Lo que nos hace sentir orgullosos de convivir en un espacio tan importante para Venezuela, nuestro Alma Máter.

Como dice el Himno... la UCV ha sido, es y será siempre..


LA CASA QUE VENCE LAS SOMBRAS!.


U.. U.. U C V!

lunes, 14 de abril de 2008

CICPC



Cuerpo de Investigaciones Penales y Criminalísticas.


Éste es el nombre que se le da al grupo de hombres y mujeres encargados de investigar cualquier delito cometido, entre los más destacados: hurto o robo, secuestro, homicidio o asesinato. Es un cuerpo policial caracterizado por las malas mañas (¿cuál no?).
Tuve la mala suerte de caer en una oficina de ese cuerpo policial. Desgraciadamente, le robaron una moto a un amigo y fuimos a poner la denuncia.

Llegamos a la oficina. En las afueras me di cuenta que estacionan los carros implicados en algún delito, y vi uno muy particular que tenia escrito en el parabrisas: "Somos hampa seria: los tunin chou". Y me imaginé a un chamo escribiendo eso con toda la ira de venganza contra el CICPC. El olor de esa oficina es indescriptible. Sería similar si mezclásemos cloro con formol y pelos de perro mojado. Al entrar, el oficial de la recepción, armado con una Glock 9 m.m. y un bolígrafo, fue muy atento con mi amigo, y nos mandó a sacar unas copias de los papeles en la moto. Al regresar, le pidió a mi amigo que le contara la versión de los hechos.

-¿Qué pasó?-
-Me robaron la moto.-
-¿En dónde?-
-En la Universidad Central.. estaba yo..-
-¿Cómo fue eso?-
-Estaba yo parado y aparecieron dos chamos armados y me dijeron que...-
-Que te bajaras...- conociendo ya lo que mi amigo iba a decir.
-Bueno como estaban armados...-
-Toma asiento allá- dijo indicándonos con los labios unos banquitos en una esquina oscura -que ya te vamos a tomar la declaración.-

Al sentarnos, me entretuve con los recortes de periódico que adornaba una cartelera cercana: "Aumento de ataques sexuales en el año 2007". Gran noticia, pensé.

Justo enfrente de nosotros estaba una señora que se veía muy preocupada con un muchacho que, asumí yo, sería el hijo. Enseguida me invadieron los prejuicios: capaz el hijo se metió en un peo con un robo en el colegio, o le cayó a golpes a un compañerito de clases.. o empezó a vender droga en el liceo, y por último, ya siendo más honesto, pensé que también podría ser víctima, podría ser buen estudiante, que podría ser hijo prodigio. Y en eso vi cómo se paraban y pasaban a la oficina improvisada donde tomaban la declaración los funcionarios.

Después de esperar unos minutos a que saliera la señora con su santo hijo o con su hijo vendedor de droga, le tocaba el turno a mi amigo, y se fue por el pasillo de lo que en algún momento fue el balcón de una quinta de lujo en Santa Mónica. Me imagino cómo habrán decidido usar ese lugar.

-Comisario, me he dado cuenta que no tenemos lugar para tomar la declaración-
-Pero mire usted siempre tan atento señor inspector, tiene toda la razón-
-Ay mi comisario, pero ya no tenemos espacio en la casa-
-Algún rinconcito tiene que haber... ¿ese espacio de aquella puerta para qué sirve?-
-Ese es el baño mi querido comisario-
-Ahhh… entonces ahí no, sería muy difícil escuchar con tanto ruido si alguien va al baño.-
-Entonces ¿dónde mi querido comisario?-
-¿Aquello que está allá para qué es?-
-Bueno ahí salimos a veces a agarrar aire fresco.-
-Pues, se acabó el aire fresco para los inspectores, ahora esa va a ser la Sala de Declaración-
-Su palabra es un documento jefe-

Y de esa manera apareció en el balcón un escritorio y una computadora, con la mejor oficina de toda la comisaría.

Me había cansado de estar sentado solo en aquél rincón oscuro y ver pasar secretarias rechonchas con gelatina en el pelo que te miraban, si eras afortunado, con cara de indiferencia. Así que me paré a la recepción, donde se encontraba el mismo recepcionista armado con la pistola. Segundos después de apoyarme en el mostrador llegó un señor de aspecto de los 80's.

-Quisiera hacer una denuncia- (parece que así se saluda en el CICPC).
-¿Qué pasó?-
-Quiero denunciar... - y en ese momento sentí que estaría a punto de escuchar algo impactante. -... la pérdida de mi pasaporte. - para mi desilusión.
-¿Cuándo fue el último momento en que supo su paradero?-
-Bueno estaba en el aeropuerto y después de bajarme del avió....-
-Tome asiento- y lo mandaron para el rinconcito.

No había terminado de reírme del señor, cuando entraron 3 personas: un señor, una señora y una muchacha.

-Quiero hacer una denuncia- (ó "Buenas tardes" en el lenguaje común).
-¿Qué pasó?-
-Quiero denunciar a una muchachita que estudia con mi hija, puesto que le fracturó... - en ese momento acaparó mi atención -...el pómulo como puede ver, y yo quiero ponerle un parao a esa niña, que no puede ser chico que...-
-¿Qué edad tiene la agresora?-
-Bueno - respondió el señor mirando a su hija- la misma que ella, 14 años-
-Si la verdad es que yo estoy angustiada porque no puede ser que esto ocurra y se quede así- dijo la madre.
-Señor, si la joven tiene 14 años eso no es por aquí, eso es por la LOPNA, vaya allá y dígales lo que sucedió- y les explicó a los angustiados padres y a la niña a punto de soltar el llanto, a dónde tenían que ir.

No había pestañeado cuando entró otro señor.
-Quiero denunciar..... - y paré la oreja -... el hurto de las placas de mi vehículo-
-Vaya pa' quinta crespo con el carrito y dígales lo que pasó-

Cuando el señor se fue, la recepción se mantuvo en calma. Y aproveché la oportunidad para hablar y sacarle algo de información.

-El trabajo es medio fregao' ¿no?-
-No vale y eso que ahorita no viene nadie por la lluvia-
-Si... pero es rudo, yo vi a la chama esa que estaba toda golpeada, se veía mal.-
-Y hace rato se fueron unos que estaban todos rajuñados por una pelea arrechísima.-
-Verga… ¿qué es lo más arrecho que te ha llegado?-
-No bueno por robo más que todo, pero nosotros somos una comisaría que manda a la gente para las otras y allá resuelven; pero como lo de tu pana era rapidito lo pasamos.
-Sí bueno… ¿y tú crees que lo de la moto aparezca?-
-No chamo, esa moto está ya en un barrio en el Cementerio, y ¿quién se va a meter pa' allá?.-

Bueno si ellos no se meten, se lo respeto, está bien. Estaba a punto de seguirle sacando conversación cuando llegaron dos funcionarios sudados, ambos con el arma puesta en la pelvis, evidentemente dispuestos a sacarla en cualquier momento.

-¿Qué pasó con el tipo?.. ¿localizaron el 33?- preguntó el recepcionista. Si hay algo en lo que se parecen los taxistas de línea y los del CICPC es que hablan en números.
-Adelante 21. Hay un 94 en el 77. Confirme.- Cuya traducción al lenguaje de los demás mortales sería: "¿Qué pasó Ramírez. Te dejé chinotto en la nevera. Dime si te lo vas a tomar". Lo que le da un aire de cierta preparación policial, a los taxistas, o cierta preparación de taxistas, a los policias.

Lo cierto es que habían estado persiguiendo a un delincuente, pero se les había escapado. En eso salió mi amigo, después de haber respondido como 1000 preguntas de ¿quién quiere ser millonario?. Caminé hasta la puerta, arrepentido de no haberle podido sacar más delitos y anécdotas.

Definitivamente, esto se lo llevó quien lo trajo.