sábado, 27 de octubre de 2007

Doctor, tengo un problema.



Doctor, tengo un problema. Bueno, creo que eso ya lo sabe, si no no estaría aquí. La cuestión es que no puedo ir al baño. Bueno, ir por ir si puedo, abro la puerta, entro y ya estoy en el baño, pero es más complicado pues no puedo... ¿cómo es que se dice en lenguaje técnico?.. cagar, pues. Estoy aquí, vea usted, contándole esto, porque mi esposa es de oriente, y como usted sabe los de oriente tienen esos baños limpiecitos como un sol, entonces a veces cuando me dan las pocas ganas de ir, hago un papelón de dimensiones insospechables. Y bueno, es de imaginarse aquel olor característico y peculiar digno de ya sabe usted qué. Y entonces mi mujer se molesta porque dejo el baño, como dice ella, en cuarentena. Tipo los centros comerciales que dicen "fuera de servicio", asi mismito. Intenté decirle un día, que era porque ella sazonaba mucho la comida con condimentos. Y ese día se prendió el gallinero en mi casa, que hasta chinchorro me salió esa noche, porque supuestamente me meti con su deliciosa comida que con tanto amor me prepara, y yo no digo lo contrario, pero me salió el tiro por la culata, en el intento científico de buscarle una causa a mi tan fastidioso problema. Y otra es la historia en el trabajo, fijese usted, que allá llegaron a comprar cajas del potecito que tiene aromantizante, del que uno cuando termina de hacer lo presiona. Y se abrió una averiguación, propuesta por el mismísimo jefe de la compañía, para ver quién dejaba el baño tan hediondo cada cierto tiempo, cuando se acercaba la quincena curiosamente. Y tuve que dejar de ir al baño en la oficina, porque pusieron un papel para anotarse cuando alguien lo usase. Mi problema continuó, doctor. Y cada quincena, tenía que salir corriendo de la oficina para ir al baño. Menos mal que queda un Mcdonals cerca. Me metía y lo usaba, no me daba asco porque sabia que yo lo iba a dejar peor. Al salir, me daba cuenta que los empleados entraban al baño con una mano en la boca. Hasta que un día, después de un tiempo, el vigilante me prohibió el paso al Mcdonals. Y así probé con todas las cadenas de comida rápida cercanas. Y pasó lo mismo, los vigilantes me prohibieron la entrada. Y ahora yo creo que en cada restauran de la zona hay una foto mía.

Doctor, tengo un problema. Bueno ya eso lo sabe. Y.. de tanta habladera de este asunto me ha dado algo aqui en el estom... estem.. será que... ¿¿usted me presta su baño un momentico??.

viernes, 5 de octubre de 2007

Don Tobo


Llegué a mi casa, cansado y fastidiado de haber perdido una media hora de mi vida parado en aquel autobús.

Fui directo a tirarme al sofá, agarré el control remoto y prendí el televisor.

Apareció el canal de noticias Globovisión, el famoso 33, que todo el día se la pasa formando peo, y la periodista "ancla" como se le llama a la que está presentando las noticias, en ese instante decía:

-..en este momento tenemos a nuestra reportera Karina Silva, quien está a las afueras de la Alcaldía de Caracas, mientras Don Tobo se dispone a salir de su despacho, y le damos el pase, adelante Karina...-

-Así es, gracias estudio, estamos a las afueras del cabildo caraqueño, donde en esos momentos se encuentra Don Tobo, vamos a escuchar su declaración-

La periodista le acercó el micrófono, rodeada de muchos otros periodistas, y se formó un circulo multicolor de micrófonos alrededor de Don Tobo.

-... claro que si, estamos trabajando en eso, es un proyecto de integración conjunto que estamos desarollando conjuntamente con los conjuntos residenciales de toda la gran caracas- se le oyo decir a Don Tobo.

-Pero, ¿no cree usted que la medida de construir edificios al borde del barranco puede ser peligroso?- se atrevió a cuestionar una periodista.

-Si bueno, pero la cosa no es como tu la pintas, seguramente ese fue tu jefe que te mando a que vinieras aquí a criticame. Es que yo siempre lo he dicho, los medios de comunicación privados andan en una onda mediática... - y por ahí se fue, sin responder la pregunta.

-¿Piensa usted, Don Tobo, que la reforma constitucional que plantea el presidente de la republica ayudará de alguna manera a los millones de venezolanos que viven en pobreza?- soltó uno por ahi.

-Buena pregunta. La reforma es algo del pueblo y para el pueblo. Va a traer tantos beneficios, pero tantos, que no les vamos a decir nada, para que sea sorpresa.

-¿No le causa impresión la idea de tener un presidente reelegible cada vez que él así lo prefiera?

-No chica, pero si esta revolución va pa rato. Pica y se extiende. Yo juro, es más, pongo mi nombre en juego, que en diciembre gana la reforma. Si no ganamos, me cambio el nombre de Don Tobo a Pitufino.

-¿Y eso de la reconversión monetaria?-

-Fijate que ese es un plan que me dejó boquiabierto. A mi nunca se me hubiese ocurrido una mejor manera de jod.. perdón, es que tengo tos, de beneficiar al pueblo. Es que nuestro camarada mayor piensa en todo. Es el sistema perfecto para demostrarle al imperio que nuestro bolívar es poderoso, es socialista, es de todos.

En ese momento los periodistas hicieron silencio.

-Y entonces ¿para tener bolívares hay que ser socialista?

-Bueno chico, es como una metáfora. No te afinques en la cosa como tal, sino en como suena y entenderás.

-Don Tobo, una última cosa, ¿cree usted que es conveniente que muchos venezolanos se parezcan a usted, es decir, con un Tobo como estandarte?

-Cada quien tiene el derecho de ser como mejor lo crea, siempre y cuando el gobierno se lo permita. Además, ¿has notado lo fácil que es mandar a una población con un Tobo en la cabeza?. Es otra de las mejores obras de nuestro camarada mayor...-

La periodista retiró el microfono y se volteó a la cámara. -Escuchábamos las declaraciones de Don Tobo, a las afueras del cabildo, adelante estudio.-

Y fue en ese instante en que yo me pregunté: ¿Para vivir en Venezuela, será necesario tener un Tobo?.

miércoles, 3 de octubre de 2007

Dos tipos..

Después de salir de Don Taco, en el centro Sambil, la sensación en el estómago fue indescriptible. -Llegaron las tostadas- pensé, al sentir un alboroto creciente en mi estómago, parecido al movimiento de un pez fuera del agua y un ruido escalofriante.

Definitivamente tuve que ir al baño más cercano, ahí mismito en la feria de comida rápida. Caminando apurado esquivando a la gente, alcancé la entrada del baño.

En este punto de la historia estarán preguntándose de qué se trata todo esto. Pues, lo curioso ocurrió cuando entré corriendo en el cubículo del baño y me instalé a hacer lo propio.

En esas andaba yo, cuando, justo al lado en el otro cubículo, siento que entra un hombre que venía detrás de mi.

-Otro de Don Taco- pensé por un momento.

Seguía en lo mio, cuando otro hombre entró al baño, caminó a lo largo de los cubículos y se metió justamente en el que estaba a mi lado, el mismo donde estaba el hombre anterior.

-La pinga, dos maricones- dije para mi, mientras me las ingeniaba para no tocar la tapa de la poceta... y empezar aquel ritual para ir al baño en un centro comercial, pero eso es de otro cuento.

Me quedé lo más cayado posible.

-¿Qué fue?- dijo sutilmente el hombre 1.
-¿Cómo que qué fue diablo?.. nojoda hiciste que me metiera en tremendo peo y esa sí que la pagas!- le respondió el hombre 2.
-Coño arturo, ¿qué carajo querías tú que hiciera con el polichacao que venía esmachetao?
-Veeerga, cualquier vaina menos dejarme ahí. Sabías que no lo había visto por estar tumbándole el reloj a la menol esa.
-Tanto que te dije que tuvieras pilas
-No cantaste la zona y listo!.- Sentenció el hombre 2.
-Y ¿qué fue lo que pasó con el tombo?-
-Tuve que sacar el chopo y le metí un tiro, o dos.. no sé!.. salí corriendo igual.
-Vergación- exclamó el primero en perfecto maracucho.

Y siguió la charla.

Yo, petrificado e inmóvil en la poceta, trataba de no hacer ningún ruido posible. Ya había oido demasiado para el gusto de ellos. Como leí en algún libro de espionaje, nadie debe saber más de lo que puede.

Me empezaron a temblar las piernas por los nervios. Necesitaba salir de ahí sin que ellos supieran que yo estuve detrás de esa falsa pared todo el tiempo.

Me agaché lo más que pude y pasé a través del hueco que queda entre la división del baño y el piso. Pero, con tanto nerviosismo, se me olvidó apretarme la correa. Y la parte metálica de la hebilla sonó estrepitante contra el piso. De allí, sólo tuve el tiempo suficiente para dar un brinco, y pegarme a la pared para simular estar llegando para orinar. Uno de los hombres me vio, alcancé a verlo por encima de mis hombros disimuladamente, y volvió a meterse en el cubículo.

Al par de segundos se oyó en todo el baño:

-Ay mana... ya sabes! Te me portas bien jujuju- y el sujeto pasó detrás de mi caminando de forma amanerada.

-Tranquila gorda que después hablamos.. - le respondió el otro.