martes, 27 de enero de 2009

Arpa, cuatro and maraca's in Crack-ass (II)


-¿Qué carajo fue eso?,¿ustedes están locos o qué?- preguntó Juan, una vez dentro de la camioneta, desesperado.


- Creo que debes calmarte y enfocarte en tus propios asuntos.- le respondió el hombre del traje que estaba sentado al lado de él. -Ahora quiero que me escuches con detalle... ¿me estás oyendo?-


-¿Porqué a mi? ¿Porqué buscarme para hacer eso? ¿Porqué no me dejan en paz? ¡No tengo real, no tengo nada! ¡Déjenme ir!- gritó Juan. -

La camioneta se introdujo en el tráfico de Caracas con sus ocupantes en silencio. Juan pensó en escaparse, en abrir la puerta de la camioneta y saltar. Colocó su mano en la manilla y la haló bruscamente. No ocurrió nada y el hombre del traje se echó a reir.

-¿Ya dejaste de patalear?- le preguntó, al cabo de unos minutos, sin obtener respuesta. La mirada de Juan divagaba por la ventana.

-Escúchame, por tu propio bien. Pronto te dejaremos tranquilo. Lo próximo que harás tiene que ver con una funeraria. ¿Te gustan las funerarias?. Me imagino que sí. En la Florida, hay una que se llama Vallés.-

Seguía con la mirada perdida a través de la ventana. -Espero que me estés escuchando.- continuó el hombre del traje.

Juan se volteó -¿Es lo último que tengo que hacer? ¿Nos dejarás en paz?-

- Todo depende del éxito que tengas. Presta atención: en esa funeraria está un gran amigo mio y quiero saludarlo. Te dejaremos a una cuadra y caminarás hasta la entrada. Irás hacia la parte izquierda donde está una capilla muy pequeña.- Le puso un revólver en las manos.

-¿Para qué me das eso?- preguntó Juan.

- Las cosas podrían complicarse y en tal caso deberás sacarla. Tranquilo, no te emociones, no tiene balas.- Le entregó la fotografía de un hombre moreno y fornido. - Quiero que me lo traigas. Te estaremos esperando afuera. - Hubo una pausa -... por cierto, cámbiate la camisa. No sé qué habrás hecho para mancharte de nuevo.-

Juan comprobó que ésta vez la puerta de la camioneta sí abría.

-¡Ah!, casi se me olvidaba, cuando vengas de regreso procura correr rápido. Te hará falta. Ya verás. -

El calor en la calle a media mañana era agobiante. Las piernas le temblaban al caminar. Miró para todos lados y escondió el revólver en el bolsillo de su pantalón. Había una multitud aglomerada en la entrada de la funeraria, se introdujo a través de ella sin mirar a nadie. Caminó hasta la parte izquierda donde un letrero rezaba "Capilla Luis XVI". Se paró en el pórtico y echó un vistazo hacia dentro.

Habían pocas personas, todas hablaban en voz baja. Al fondo había una señora sollozando. Entró sin que nadie diera cuenta de su presencia y caminó hasta sentarse al lado de la señora.

- Mi sentido pésame, mi doñita. - le dijo.
- Gracias jóven. - le respondió la señora -¿Usted conocía a mi hijo?-
- Sí, llegué a tratarlo un par de veces. - Sacó la fotografía de su bolsillo. - Por cierto, mi doñita, ¿ha visto usted a este hombre por acá?-

La señora se hechó a llorar desconsoladamente. Algunos de los presentes voltearon a verlos.

-Mil disculpas, pero ¿lo conoce?- preguntó Juan

La señora señaló el ataud y se undió en sus propias lágrimas. Juan se levantó, dio unos pocos pasos para descubrir su cruel destino: el hombre de la fotografía era el mismo que estaba muerto.

1 comentario:

Anónimo dijo...

honey hermosoo..jaja por eso es que te adoroo..ja! está buenisimo ese escritoo quieroo leer yaa la otra parte..besoss! me avisas muacks! <3